viernes, 20 de marzo de 2020
LA ROMANZA DE SIMPSON DE LA TABERNERA DEL PUERTO - ACTUACION EN LA BOVEDA DE ZARAGOZA
LA ROMANZA DE SIMPSON DE LA TABERNERA DEL PUERTO, ACTUACION EN LA BOVEDA DE ZARAGOZA.
Actuación en la Boveda
El decano en Aragón del Colegio Oficial de Ingenieros de Minas del Nordeste, Pascual León Marco, ha publicado un articulo en el "Heraldo de Aragón" el pasado día 13 de Marzo sobre la Minería.
Autor: Pascual León Marco, Doctor Ingeniero de Minas.
Decano en Aragón del Colegio Oficial de Ingenieros de Minas del Nordeste de España.
DESCARBONIZACIÓN Y MATERIAS PRIMAS
El desarrollo de las tecnologías necesarias para la transición ecologíca requerirá la localización y la explotación de una serie de materias primas minerales
El desarrollo de las tecnologías necesarias para la transición ecologíca requerirá la localización y la explotación de una serie de materias primas minerales
La descarbonización surge en los años noventa por la concienciación contra el cambio climático. En 2011, la Unión Europea confirmó sus objetivos de reducción de gases de efecto invernadero en el horizonte de 2050 entre un 80% y un 95% respecto al nivel de 1990. El acuerdo de París, alcanzado en la 21ª Conferencia de las Partes (COP 21) de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático,incluye el compromiso de llegar a la neutralidad de emisiones para contener el aumento de temperatura de la tierra.
Pero a estas alturas las emisiones de CO2 en Europa en comparación con las del resto del mundo son pequeñas. En todo el planeta se cuentan unos 35.000 millones de toneladas al año, solo China produce unos 3.000 millones y España 240 millones. Europa se ha comprometido a bajarlas, pero por desgracia los grandes emisores como Estados Unidos y China no siguen este compromiso con el mismo grado de implicación y si el cambio climático es global, que España deje de producirlas es poco significativo para el planeta, sin que eso quiera decir de no haya que hacer nada, pues hay que hacerlo pero de forma pausada y con cautela y no ir más deprisa de lo que la economía puede permitir, pues hace falta mucha racionalidad y sentido económico para lograr ese objetivo sin perder la competitividad, ni dar pie a la deslocalización.
La economía se dirige a un futuro de bajas emisiones de efecto invernadero, lo que es bueno, pero esta transición debe hacerse de modo paulatino para no producir daños y trastornos sociales y económicos. La transición a una economía descarbonizada debe conciliar los fines ambientales, económicos y de empleo, preservando el equilibrio entre ellos, porque de producirse la preeminencia de algunos sobre el resto puede hacerse insostenible el nuevo modelo.
La transición del modelo energético debe ser sólida y flexible. Es necesario contar con todas las tecnologías y energías disponibles. Prescindir prematuramente de la energía nuclear, el carbón o los productos petrolíferos entre hoy y 2030 podría significar poner en riesgo la eficiencia económica de la transición o la seguridad de suministro.
El Plan Integrado español para cumplir con la exigencia europea en materia de emisiones de gases de efecto invernadero, penetración de las energías renovables, eficiencia energética e interconexiones eléctricas va más allá del lo que exige Bruselas, lo que puede ser bueno o malo. Pero como todo Plan crea incertidumbres, en este caso sobre cuatro aspectos: si el sector privado acometerá en virtud de su previsión de rentabilidad las importantes inversiones programadas y que se precisan para pasar del 48% de renovables en la dieta energética actual al 75% en 2030; si es una estructura de generación tan dependiente de fuentes limpias, de las que no siempre se dispone, garantizará el suministro; si la resultante final será, como prevé el Plan del Gobierno, una rebaja del precio de energía, lo que sería muy positivo, y si las redes de transporte que se precisarán a partir de los nuevos centros de producción estarán listas a tiempo dada su compleja tramitación.
Por otro lado hay que tener en cuenta que dirigirnos hacia una economía sostenible implica paradójicamente una mayor intensidad de los recursos minerales, pues la industria de las materias primas minerales es proveedora de numerosos sectores industriales que son clave para la economía. Litio, cobre, cobalto, níquel, vanadio, silicio, tierras raras (escandio, itrio y lantánidos) son solo algunos de los minerales cada vez más demandados por un consumo mundial asociado a los nuevos desarrollos tecnológicos. Pero en el futuro la presión sobre estas materias primas será aún mayor por la transición energética hacia una economía baja en carbono, así como por el aumento de la digitalización en la mayor parte de las infraestructuras.
El ambicioso objetivo de España de alcanzar las cero emisiones netas de CO2 en 2050 requerirá una inversión significativa en tecnologías renovables como la solar, la eólica, el almacenamiento y otras, que necesitaran una cantidad de minerales críticos para imanes y celdas de combustible. "Las materias primas son necesarias para toda la transición energética"
Es clave por tanto facilitar la exploración de recursos minerales críticos no explorados hasta la fecha, así como de otros prioritarios o de interés para el desarrollo económico, ya que el país cuenta además con minerales (litio, tierras raras,...) imprescindibles para el desarrollo de las energías limpias. De esta forma, se podrá reducir la dependencia de materias primas minerales y paliar el déficit de la balanza comercial española, que es negativa en un total de 33.840 millones de euros, cuando el déficit en materias primas minerales (incluidas las energéticas) es de 39.087 millones de euros, superior a todo el resto
Pero a estas alturas las emisiones de CO2 en Europa en comparación con las del resto del mundo son pequeñas. En todo el planeta se cuentan unos 35.000 millones de toneladas al año, solo China produce unos 3.000 millones y España 240 millones. Europa se ha comprometido a bajarlas, pero por desgracia los grandes emisores como Estados Unidos y China no siguen este compromiso con el mismo grado de implicación y si el cambio climático es global, que España deje de producirlas es poco significativo para el planeta, sin que eso quiera decir de no haya que hacer nada, pues hay que hacerlo pero de forma pausada y con cautela y no ir más deprisa de lo que la economía puede permitir, pues hace falta mucha racionalidad y sentido económico para lograr ese objetivo sin perder la competitividad, ni dar pie a la deslocalización.
La economía se dirige a un futuro de bajas emisiones de efecto invernadero, lo que es bueno, pero esta transición debe hacerse de modo paulatino para no producir daños y trastornos sociales y económicos. La transición a una economía descarbonizada debe conciliar los fines ambientales, económicos y de empleo, preservando el equilibrio entre ellos, porque de producirse la preeminencia de algunos sobre el resto puede hacerse insostenible el nuevo modelo.
La transición del modelo energético debe ser sólida y flexible. Es necesario contar con todas las tecnologías y energías disponibles. Prescindir prematuramente de la energía nuclear, el carbón o los productos petrolíferos entre hoy y 2030 podría significar poner en riesgo la eficiencia económica de la transición o la seguridad de suministro.
El Plan Integrado español para cumplir con la exigencia europea en materia de emisiones de gases de efecto invernadero, penetración de las energías renovables, eficiencia energética e interconexiones eléctricas va más allá del lo que exige Bruselas, lo que puede ser bueno o malo. Pero como todo Plan crea incertidumbres, en este caso sobre cuatro aspectos: si el sector privado acometerá en virtud de su previsión de rentabilidad las importantes inversiones programadas y que se precisan para pasar del 48% de renovables en la dieta energética actual al 75% en 2030; si es una estructura de generación tan dependiente de fuentes limpias, de las que no siempre se dispone, garantizará el suministro; si la resultante final será, como prevé el Plan del Gobierno, una rebaja del precio de energía, lo que sería muy positivo, y si las redes de transporte que se precisarán a partir de los nuevos centros de producción estarán listas a tiempo dada su compleja tramitación.
Por otro lado hay que tener en cuenta que dirigirnos hacia una economía sostenible implica paradójicamente una mayor intensidad de los recursos minerales, pues la industria de las materias primas minerales es proveedora de numerosos sectores industriales que son clave para la economía. Litio, cobre, cobalto, níquel, vanadio, silicio, tierras raras (escandio, itrio y lantánidos) son solo algunos de los minerales cada vez más demandados por un consumo mundial asociado a los nuevos desarrollos tecnológicos. Pero en el futuro la presión sobre estas materias primas será aún mayor por la transición energética hacia una economía baja en carbono, así como por el aumento de la digitalización en la mayor parte de las infraestructuras.
El ambicioso objetivo de España de alcanzar las cero emisiones netas de CO2 en 2050 requerirá una inversión significativa en tecnologías renovables como la solar, la eólica, el almacenamiento y otras, que necesitaran una cantidad de minerales críticos para imanes y celdas de combustible. "Las materias primas son necesarias para toda la transición energética"
Es clave por tanto facilitar la exploración de recursos minerales críticos no explorados hasta la fecha, así como de otros prioritarios o de interés para el desarrollo económico, ya que el país cuenta además con minerales (litio, tierras raras,...) imprescindibles para el desarrollo de las energías limpias. De esta forma, se podrá reducir la dependencia de materias primas minerales y paliar el déficit de la balanza comercial española, que es negativa en un total de 33.840 millones de euros, cuando el déficit en materias primas minerales (incluidas las energéticas) es de 39.087 millones de euros, superior a todo el resto
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